lunes, 17 de octubre de 2011

"CARIÑO, ¿EN QUÉ PIENSAS?" - TODAS LAS MUJERES QUE HE TENIDO

Sonó el despertador, como siempre, a las 6:45. Y como corresponde al avanzado mes de Octubre, por la ventana no entraba ninguna luz. Ella se desperezó, apagó el despertador, y se giró hacia él. El estaba ya despierto. "¿Has dormido bien?", él bostezó antes de contestar.

-Lorena le llevó en su coche hasta el cementerio del pueblo vecino, aparcó el coche junto a la tapia, y puso en el cassette una cinta de Platero y tú, antes de pasar al asiento trasero.
-Conoció aquella chica en un bar de Castellón, y un par de copas después le llevó a su piso, donde vivía con un gato gordo y arisco, salió de allí a media mañana y jamás volvió a verla, solo recordaba que era periodista.
-Le tocaba cerrar el bar y hacer caja. Cuando largó a todo el mundo cerró por dentro y puso música, música argelina, él estaba todavía en la barra.


"Si cariño, toda la noche, del tirón". Ella se acercó y le abrazó. El despertador volvió a sonar, esta vez fue él quien alargó el brazo para apagarlo. "Venga, vamos, voy tirando a la ducha". Él se levantó y fue tambaleándose hacia el cuarto de baño, mientras ella se giraba en la cama y se tapaba de nuevo.

-De Isabel recordaba especialmente una escena, como una fotografía grabada en su mente consciente y que cada cierto tiempo volvía a aparecer delante de él. Sobre sus nalgas, en la cadera, un tatuaje, dos alas bien abiertas que parecían batirse siguiendo el ritmo. La espalda, con la columna bien marcada y a la altura de los hombros, el pelo negro azabache revuelto y la cabeza girando para mirarle con los ojos entrecerrados.
-Mercedes se coló sin avisar en la habitación del hotel donde se alojaban todos los asistentes a aquel congreso de historiografía medieval. Él estaba severamente borracho y apenas recuerdó nada de aquello, pero guardó su teléfono, y recurrió a ella unas cuantas veces a lo largo de un par de años, incluso cuando ambos comenzaron nuevas relaciones.
-Irene le empujó al cuarto de baño de la estación de autobuses, que se encontraba desierta a esas horas de la madrugada, y pasaron allí el suficiente tiempo como para que él perdiese el autobús y tuviera que comprar un nuevo billete y esperar un par de horas más, ya solo.

Puso la ducha en marcha y dejo fluir el agua durante un instante antes de entrar, una vez bajo el chorro de agua, dejó pasar unos segundos antes de comenzar a enjabonarse. 

-Mamen jamás parecía llegar al orgasmo, su entusiasmo se mantenía en un crescendo continuo que parecía no terminar nunca. Él lo intentó todo, recuerda haberse dejado el alma aplicándose de todas las maneras, formas y posturas, pero sin éxito. Al cabo de unas semanas, todo el entusiasmo se acabó, y la historia murió en una rápida decadencia.
-Sofía le reconoció que aquel fue su primer orgasmo, que con sus anteriores parejas jamás había conseguido llegar al clímax.
-Marta no gemía, gritaba, aullaba y lanzaba alaridos. más de una vez le tapó la boca con las manos por pura vergüenza, pero aquello era inigualable.

Champú y aclarado, y otros segundos quieto bajo el chorro de agua. Se vistió escuchando la cafetera silbar. "Cariño, te he dejado la camisa planchada encima de la cama, la negra, la que me dijiste ayer. Y no te pongas los zapatos nuevos, que es una pena que los estropees poniéndotelos todos los días".


-Claudia tenía un cuerpo fino, esbelto, definido, en el que se podían identificar no solo los músculos, si no todos los tendones y ligamentos, tenía unos pechos breves, ligeros, con unos pezones perfectamente definidos. Su sexo era todo dulzura, y conseguía crear una burbuja, una atmósfera completamente aislada del exterior, cálida y brumosa, cada vez que dormían juntos.
-De Iria siempre recordará aquellas tardes y noches de viento cálido y seco, aquel viento que provenía del desierto de Tabernas, que les hacía sudar y sudar sin fin cada vez que se acostaban; las noches eran infinitas e insomne, y parecían establecer un continuo de sudor, pieles y sábanas, de gemidos, sueños cortos e intranquilos.
-El sexo con Marina fue torpe pero bienintencionado, con risas, en la calle, borrachos, en el baño del siguiente bar, incompleto, una secuencia con intermitencias y vacíos, fotografías inconexas de pantalones por las rodillas, pechos apareciendo entre botones mal abiertos de una camisa, una falda recogida y un tanga desaparecido.

Le hizo caso y se sentó en la mesa de la cocina. Café y una tostada con mantequilla. Ella seguía con el pijama mientras terminaba de prepararse el té y el bol de cereales. Él encendió la radio, y comenzaron a radiar las noticias del día. 

-Marie Claire era joven, algo más joven que él, y era virgen, estaba nerviosa y no sabía que hacer ni como comportarse. Alternaba momentos de fingida y sobreactuada excitación, con otros en los que la inseguridad y el miedo la dominaban, con lágrimas a punto de brotar en sus ojos. Toda una noche de caricias, besos y manos que exploran despacio un cuerpo tan joven como tierno, prepararon un momento, cerca del amanecer ya, en el que ella se relajó y él decidió avanzar.
-Los años con Berta oscilaron entre el entusiasmo inicial, una cierta rutina satisfactoria y el tedio.
-Lucía discutía con la misma vehemencia con la que hacía el amor, lanzaba los reproches con la misma puntería y destreza con la que utilizaba su lengua y sus manos; es más, era consciente de ésto y lo utilizaba, todas aquellas disputas verbales se resolvían siempre en el campo de batalla del dormitorio, donde sabía que jugaba con ventaja.

Ella se sentó junto a él y le dio un cariñoso beso en la mejilla antes de comenzar a desayunar. La bolsa seguía a la baja, otra gran empresa declaraba un ere, portavoces del gobierno intuían ligeras buenas señales escondidas en datos macroeconómicos, el Barcelona vuelve a ganar y vuelve a encantar, la liga de baloncesto americana sigue suspensa, el bol de cereales se agota, el portavoz de la oposición ve cercano el apocalipsis, un jugador brasileño se vuelve a quejar de su suplencia. 

-Cuando él aún era un joven recién salido de la casa de sus padres, recién lanzado a la vida autónoma, Luisa fue su primera amante mayor. Mayor que él, que no llegaba a los veinticinco, ella le superaba en diez años. Ella sabía perfectamente qué quería y cómo lo quería, sabía que él era joven pero no tonto, que aprendía rápidamente, y rápidamente lo adiestró. Fueron unas semanas en las que no dejaban de abrirse ventanas y puertas del todo desconocidas para él, donde exploró caminos y sabores que durante años apenas le dejaron volver a recorrer.

Terminó las tostadas y sorbió el último trago del café. llevó la taza y el plato al fregadero y recogió las llaves. "Cariño, dame un beso". 

-Maria del Valle establecía la eterna unión entre el sexo y el compromiso, la entrega del cuerpo a cambio de la entrega del alma. Y aunque esto parezca una idea tradicional y anticuada, ella la asumía de una forma absolutamente moderna, de forma que su entrega sexual era una entrega completamente activa, tomaba las riendas y lo daba todo, se abría ante él, y exigía la misma entrega en la cama como fuera de ella.
-Con Guiomar pasó tres meses recogiendo sujetadores y tangas del sofá, de la cocina, del cuarto de baño, de cualquier rincón de la casa, siempre antes de que volvieran los compañeros de piso.

Se acercó y la beso mientras la abrazaba.

-Nunca se enorgulleció de aquello, pero el sexo más satisfactorio en lo físico fue con Silvia, aquella muchacha de veintitres años, el tenía cerca de treinta y cinco. Ella era fácil, dúctil, tierna, flexible, complaciente y no preguntaba nunca nada. Aceptaba cualquier petición, casi cualquier orden sin pedir nada a cambio. 

"Dime, ¿en qué piensas?".

-Regina paso por su piso como una sombra, y él pasó una semana buscando algún resto de su presencia, pero lo único que permaneció fue el recuerdo de un cuerpo moreno y curvado.
-Teresa le enseñó su proyecto de fotografía, con imágenes del cuerpo de su pareja envueltas en celofán. Luego se dejó desenvolver y recorrer su cuerpo en aquel ático cercano al puerto.
-Sonia concebía el sexo como una entrega trágica, siempre a punto de derrumbarse.
-Ana era paciente, tranquila, y aún esperaba una llamada.

"No, en nada cariño, en nada."